Muestra fotográfica en plazas y parques de Quito
P.R.C. / Quito, Agosto 2011
¨En este visible devenir urbano encontramos una desafección latente en todos los entornos ciudadanos, y evidentemente eso afecta a los espacios públicos. Estamos ante la presencia de espacios vacíos, un vacío casi foucauliano, donde el artista vive en una distancia imaginaria, o encerrados en su propia distancia donde la deriva del arte comprometido vive una especie de autarquía porque aunque no quiera depende del otro (esfera pública) que lo legitime (…) Debemos entender entonces que la figura del arte vive un tiempo prestado… y al no existir intercambio con la esfera pública la participación del otro pierde sentido.¨ Douglas García – Visible Devenir –
¿Quiénes somos, visualmente, como ciudadanos? La respuesta puede provenir desde el realismo del fotoperiodismo, desde miradas etnográficas o desde la tensión que produce el artista o el fotógrafo, en la mixtificación de sus prácticas estéticas y la captura de un fragmento instantáneo de realidad, hacia el empoderamiento semántico del ser.
El ser que, sumido en el inmenso desierto citadino, genera inyecciones constantes de búsqueda y emplazamiento en el espacio privado y público, bifurcando la conciencia de la cotidianidad y estirando las fauces de la sobrevivencia.
“Nadie vive en una ciudad, transita en ella. El hombre es un individuo que perdió su territorio”. W. Benjamin
Según Heidegger, el ser del hombre se define por su relación con el mundo, relación cuya forma de ser no consiste en un «comercio» entre sujeto y objeto, o en una teoría del conocimiento que también los implique, sino que es propia de la existencia como «ser-en-el-mundo», y encuentra su fundamento ontológico en el «Cuidado» o «Cura».
El ser-en-el-mundo desarrolla acciones, performances, imágenes, gráfica, intervenciones efímeras, publicidad o contra-publicidad que emergen en la esfera social interactuando con cuerpos o con mentes en un intento por dialogar, despertar, concientizar, señalar y/o cuestionar.
El ojo tras la cámara, experimenta con lo que tiene a su disposición; el objeto de discernimiento es la manera de representar o pensar una estética visual particular. Inicia, entonces, la comunicación que flota hasta encontrar un rebote en la interpretación del espectador. El contexto es Quito y esta exposición se propone en el marco de los persistentes intentos de envolver a la ciudad en la vorágine cultural de las metrópolis más activas de la región.
Tenemos, entonces, que cruzar el túnel resbaladizo de la comunicación, sus potenciales y limitaciones, sus diferentes campos de acción: el mundo del arte, los medios, los espacios públicos, el terreno político, etc.
¿Cómo establecer las conexiones?
Continúa D. García, “…en las ciudades latinoamericanas más que otras en el mundo es común que se hable de masificación, de concentración de la pobreza, de segregación, de la pérdida de la calidad de vida, degradación, de la ocupación de los espacios urbanos, de la producción incontrolada de residuos que contaminan todos los entornos desde el CO2 al peligroso metano de los vertederos de basura produciendo el efecto invernadero en nuestro planeta… también se habla de la privatización de los espacios públicos, de economía informal, en fin de la ingobernabilidad de la ciudad como si esta definición no eximiera de cualquier responsabilidades para con ella, que es lo mismo que decir, la ciudad está enferma y yo no soy parte de la cura, por ser nuestros gobernantes lo que deben hacerse cargo de ella.”
Ontológicamente –la cura- (conexión) se desenvuelve en la relación de los cuerpos en los espacios políticos. En tal medida, el debate, tanto política como artísticamente, no debe centrarse sólo en la interacción entre la institución artística o estatal y el artista individual, sino también en los desprendimientos del ser con respecto aluso de tecnologías, y finalmente en la creación de redes, líneas de comunicación e intentos de fuga.
Desde 1907, con el lanzamiento del primer proceso a color, la reproducción realista del mundo pareció una posibilidad al alcance de la mano. Sin embargo, como anota Paul Outerbridge “cuando observes un objeto con color, recuerda que lo que ves es el color de los demás que él refleja, ya que los otros colores que pudieran existir han sido absorbidos por él” En concordancia, ¿podemos hablar de cómo nos vemos, cómo nos ven o quiénes somos como colectivo social?
Presumimos que sí, adoptando la fuga. Ejercitando un respiro que las diversas series de fotografías incluidas en las muestras brindan, enmarcadas en una noción ampliada de ciudad como campo de acción, y de país, como extensión geográfica. Por lo que se plantea la posibilidad de pensar la exhibición como el espacio donde se propone un arte público que no se expone; se produce y se tropieza con él, produciendo en la ciudadanía múltiples reacciones y distintos niveles de análisis, entendimiento, identificación y apropiación de aquellas visualidades.
La ampliación de fotografías para su ubicación en el espacio público, es un acto de connotación sensible, por cuanto trasciende las divisiones formales: paredes y vitrinas que habitualmente han separado al transeúnte, excluyéndolo de la exposición en galerías exclusivas, museos anticuados o perchas que no están al alcance del bolsillo medio. La investigación que sustenta esta exposición pública, deshoja varios libros y trabajos visuales para distribuirlos en un horizonte común, donde el ciudadano que transita a pie podrá insertarse en una variedad de temáticas de interés, a través de sus sentidos.
La labor fotográfica de los participantes aborda temas que parten desde la memoria de un pasado semi-rural, pasan por la arquitectura moderna y llegan a la vida cotidiana y cultura popular actual, como parte de un gran acervo visual compartido por los quiteños y ahora presentado desde la particularidad de quién captura dichas visualidades. Los fotógrafos han caminado distintos senderos de la ciudad y, desde su espesura, nos ofrecen miradas múltiples donde encontramos guiños de esparcimiento y deporte, pasado y presente, cultura local y nacional, abriendo un diálogo entre las prácticas fotográficas y el consumo de imágenes por parte del público.
El agujero de una mina de cobre a cielo abierto, se lo puede observar desde un helicóptero o desde un satélite. Se espera que algunas de las fotografías puedan ser observadas, también, desde lo alto de edificios, casas adjuntas, puentes o árboles, y ofrecer un panorama urbano distinto del que los medios publicitarios han contaminado y monopolizado, y, asimismo, que esta experiencia visual de grandes dimensiones, pueda ser el inicio de una reflexión sobre la apropiación del espacio visual colectivo, con vías de consolidar una opinión pública sobre el uso indiscriminado de vallas y tantas otros recursos con los que las empresas promocionan sus productos, ocultando el rostro de la ciudad detrás de intereses meramente comerciales y privados.
Links de prensa:
http://www.laselecta.org/2011/08/fotografia-a-cielo-abierto/
http://www.facebook.com/media/set/?set=o.143707882376942&type=1
Video – El Comercio, jueves 11 de agosto de 2011
Artículo – El Comercio, viernes 12 de agosto de 2011
http://elcomercio.com/cultura/Fotografia-ver-pensar_0_533946686.html
Galería de fotos – El Comercio, domingo 7 de agosto de 2011
http://elcomercio.com/cultura/Exposicion-Fotografia-cielo-Abierto_5_531596836.html
Nota – El Comercio, domingo 7 de agosto de 2011
http://elcomercio.com/cultura/fotografos-muestran-arte-Cielo-Abierto_0_530946984.html